Y cuando más perdida estás, te
encuentras con personas que te hacen volver al camino. Te escuchan, te
aconsejan y te quieren sin pedirte nada a cambio. Te animan a seguir, te
consiguen sacar una sonrisa y te tienden su mano para que sigas adelante. Sólo
esas personas que en tus malos momentos te ayudan, sólo esas, valen la pena. Son
ellas las que siempre estarán, las que te querrán pase lo que pase, las que van
a ayudarte a plantar cara a tus problemas, las que te van a tranquilizar y a
decirte “Eh, estoy aquí, ¿Vale?”.
Si tienes a una de esas personas
a tu lado, siéntete afortunada, porque quedan pocas y son como un tesoro. Un
tesoro que encontraste por casualidad, en el largo y difícil camino de la vida,
y que, cuando lo encontraste, te facilitó hasta los momentos más complicados.
Quizá a veces nos
engañamos pensando que no necesitamos a nadie, pero todos sabemos que cuando
estamos tristes y hay alguien al lado para secarte las lágrimas y hacerte
cosquillas para que sonrías, pues todo va mejor, ¿no?
Por eso, si alguien me importa, le hago saber por todos los
medios que ahí estaré siempre, y para mí el “siempre” significa “siempre”.
Nunca dejaré de animar e intentar sacar sonrisas a todo aquel que se cruce por
mi camino, y si me importas, créeme que te cansinearé cada día para verte
feliz. Porque sí, porque quizá sólo sirvo para eso, para intentar hacer feliz a
la gente de mi alrededor, y es así cuando me siento completa.