martes, 23 de julio de 2013

Segundas oportunidades

Segunda oportunidad. Siempre hablamos de “segundas oportunidades” pero, ¿Cuántas veces las damos? Si alguien te hace daño, le odias. Si te llega un rumor de alguien, lo crees. Si todo el mundo va en contra de alguien, tú también. ¿Cuántas veces nos molestamos en pensar el por qué de las acciones? ¿Cuántas veces dejamos todos los prejuicios a un lado y nos dedicamos a dar otra oportunidad a las personas?
Si una persona te da todo y tiene un fallo, ¿Por qué  no valoramos lo bueno y lo malo por igual? ¿Por qué siempre nos centramos en lo malo y olvidamos todo lo bueno?

Todas las personas cometemos errores, no existe la persona que pueda decir que nunca ha metido la pata, que nunca se ha equivocado. ¿De verdad merece la pena perder a alguien por una pequeña equivocación? ¿De verdad es mejor olvidar a alguien que ha hecho mil cosas buenas por una mala que ha hecho? No lo creo. Creo que los humanos somos muy extremistas. O queremos u odiamos. No tenemos término medio. Necesitamos aprender a perdonar, a valorar todo, a hacer nuestros propios juicios, a guiarnos más por el corazón… Debemos aprender a dar segundas oportunidades.

Ganas, ilusión, dedicación y tiempo.

Otro año más de carrera acabado. Otro año menos para acabarla. Miro para atrás y no me puedo creer lo que he conseguido. ¿Quién me iba a decir a mí años atrás que acabaría en la Universidad estudiando la carrera más bonita del mundo y sacando buenas notas? La experiencia de la vida y los estudios me ha demostrado que, aunque cueste, todo esfuerzo tiene su recompensa. Si le echas ganas, ilusión, dedicación y tiempo, seguro que va a salir bien. Quizá alguna vez pienses que mereces más, pero el tiempo siempre te dará la razón. Habrá baches y muchas curvas en el camino, pero si sigues hacia delante, verás que pronto llegas a ese destino tan deseado.
Aún recuerdo cuando sumar me costaba muchísimo trabajo y veía cómo las divisiones eran complicadísimas de hacer. Aún recuerdo cuando mi abuelo me dejó un libro para aprender a leer y fui la primera de mi clase en saber leer. Aún recuerdo cuando lloraba por no sacar sobresalientes en primaria. Aún recuerdo una pegadiza canción para aprender el abecedario en inglés.

Quizá todos “odiemos” estudiar, pero no me imagino una vida sin estudios, sin ilusión por conseguir algo, sin esfuerzo… No me gusta la comodidad: las cosas, cuanto más te cuestan, mejor las saboreas luego. Y sí, he pasado por momentos malísimos como muchos suspensos a pesar de haberme esforzado al máximo, nervios antes de cada examen, mente en blanco cuando no debía estar así, lágrimas por no conseguir lo que me había propuesto… Pero todo ha merecido la pena. Y sé que aún me quedan años duros, donde quizá muchas veces me plantee el tirar la toalla, pero sé que sacaré fuerzas de donde sea para seguir adelante. Y sé que, cuanto más difícil se me pone todo, más me esfuerzo yo y mejores resultados obtengo. Sé que soy demasiado perfeccionista y siempre quiero hacerlo mejor; también soy muy competitiva conmigo misma y, a veces, demasiado exigente. Pero también sé que todo esto me hace ser mejor cada día y no me permite rendirme nunca.